sábado, 26 de septiembre de 2009

Eduardo Andere, México sigue en riesgo: el monumental reto de la educación

El gasto en la educación
Eduardo Andere, México sigue en riesgo: el monumental reto de la educación, ed. planeta, el gasto en la educación, p. 93-131

Uno de los mitos quizá mas incrustado en la percepción de las personas es la que sugiere que más gasto se traduce en mejor educación. Es una creencia obviamente impulsada por grupos políticos y aplaudida lo mismo por maestros que por sindicatos y rectores de universidades públicas. Es un mito no sólo alimentado por intereses políticos o de grupos sino también nutrido por una idea equivocada de que los países desarrollados lo han logrado por han invertido, por años, enormes cantidades de recursos en educación.

Realidad

La reforma de la Ley general de educación de diciembre de 2002, aprobada por los legisladores y promulgada por el ejecutivo federal, corrobora que políticos y administradores creen en la aseveración “mas gasto mejor educación”. En esta reforma se etiqueta, a mi parecer erróneamente el 8% del PIB para la educación en el gasto del estado: federación, estados y municipios.

El origen inmediato de esta etiqueta presupuestal está en el Programa Nacional de Educación 2001-2006 (PNE), que en su primera parte la letra dice: “Para alcanzar una cobertura de servicios educativos similar a la del promedio de los países de la OCDE, nuestro país tendría que destinar 8% del PIB al gasto educativo nacional. Esto sin contar con el esfuerzo necesario para que el desarrollo de la ciencia y la tecnología alcance proporciones semejantes a las de los países industrializados” (SEP 2001, p.66). Si esta era la visión de los expertos y administradores públicos encargados de la redacción del PNE en el cambio de gobierno, estaban equivocados. Para empezar, la SEP leyó equivocadamente el porcentaje dedicado a la educación del promedio de los países de la OCDE, el cual fue de 5,5% (OCDE 2004ª, p.231, t. b2.1c ) en el 2001, año en que fue publicado el PNE, muy lejano del supuesto 8%. En el año 2002 el porcentaje subió de 5.5% a 6.1% (OCDE 2005b, p. 186, t. b2.1c.).

En este 8% se contabilizaría el gasto público y privado, pero no el gasto en ciencia y tecnología. Cuando finalmente la ley llegó a la letra de la ley en diciembre del 2002, termino así: “El monto anual que el estado destine al gasto en Educación Pública y en los servicios educativos, no podrán ser menor a ocho por ciento del producto interno bruto del país, destinado de este monto, al menos 1% del PIB a la investigación científica y al desarrollo tecnológico en las Instituciones de Educación Superior Públicas (Articulo 25 de la ley general de educación). Obsérvese cómo se eliminó el gasto particular, que según el PNE debería estar incluido, y se agregó el gasto en ciencia y tecnología, que según el PNE debería estar excluido. De cualquier manera, en el 2001 el gasto estatal en educación como porcentaje del PIB fue de 5.27%, casi tres puntos del PIB por debajo de su meta propuesta para el 2006.

Existe muchas consideraciones que convierten la propuesta en un mito. Trataré de exponer las razones por las cuales el tema del gasto educativo debe verse con mucho cuidado. La propuesta no debe ser “mas gasto, mejor educación” sino “mejor gasto, mejor educación”. Más gasto no siempre se traduce en mejor educación y esto es cierto tanto a nivel nacional como internacional.




No hay comentarios:

Publicar un comentario